La moda une, enamora y cautiva. Porque toda sonrisa es mejor acompañada de un buena prenda, porque quizás lo que llama la atención es aquello que la moda es capaz de realzar. La sencillez, la naturalidad, la elegancia son la combinación perfecta para generar sensualidad. Y eso es lo que pocos entienden. 

Para diseñar, hay que aprender, que vestir bien es sinónimo de no sobrecargar, de ser uno mismo sin ocultar nuestra personalidad y mucho menos nuestra apariencia. Los brillos, estampados, plumas y encajes sobran cuando somos naturales, cuando somos esencialmente nosotros mismos. Y eso es algo que hay que aprender poco a poco, durante años la moda se ha usado para la reivindicación de la libertad, cuando la libertad reside en nosotros mismos, en nuestra actitud y en cómo lo llevamos y no en lo que vestimos.

Una mujer puede verse espectacular con mallas y camiseta. Al igual que un hombre puede verse increíble con un chándal. La cuestión es cómo se siente con lo que lleva puesto, y ahí reside el talento de un diseñador y por lo tanto de una marca, en hacer sentirse integrados y cómodos a sus clientes, es decir a cada persona que vista con uno de sus prendas.

La moda nos ayuda a darnos cuenta que la vida son etapas, que nada es para siempre todo tiene un principio y un final. Y esa es la gracia, aprender a disfrutar de cada momento, de cada situación y de la persona con la estamos en cada ocasión.

La moda ha sido testigo de grandes hitos, de grandes momentos, de besos en pareja, de despedidas madre e hijos, de situaciones tristes y alegres. La moda nos acompaña durante toda nuestra vida. Es el testigo silencioso de las palabras que nunca se dicen, de las emociones que nunca se demuestran, de los hechos inobservables. 

Y es que todo lo que es moda proviene de una única cosa: el amor de un diseñador hacia sus ideas, el talento de una persona para demostrar lo que siente o piensa mediante tejidos y cortes complejos. Quizás son los gritos silenciosos de un artista que le pide al mundo que se despierte.

Porque nada es para siempre, pero tampoco nadie nos puede quitar los recuerdos…